viernes, 11 de noviembre de 2011

Educomunicar en y desde la Escuela para la participación social


P. Claudio Arévalos Coronel
                                    http://paiclaudiosdb.blogspot.com/

Educar “en”, “desde” y “para” la comunicación en perspectiva global, radicado en el ambiente educativo escolar , inserto y comprometido en el territorio local.

La Educomunicación “en”, “desde” y “para” el ambiente educativo escolar se trata de una nueva propuesta pedagógica, educativa/comunicativa/sociopolítica, que asume total y enteramente la dimensión relacional, cultural e histórica de la persona humana. Su estructura dialógica, intersubjetiva y relacional hace que la comunicación (interpersonal, mediata y virtual) sea considerada como elemento esencial del proceso de construcción personal, del conocimiento y de la experiencia de la convivencia social, inserta y radicada en la realidad comunitaria local, pero siempre en apertura a las dinámicas y problemáticas del entorno sociocultural global.[1]


Formación de nuevos sujetos sociales

La formación del nuevo sujeto social (ciudadano proactivo glocal) se presenta como la prioridad formativa emergente, no basta, “instruir” estudiantes o alfabetizar a, con y para el uso de las nuevas tecnologías, sino a nuestro criterio y convicción, urge la necesidad de educomunicar ciudadanos con profunda sensibilidad sociopolítica, con espíritu crítico y con un set de valores y convicciones éticas, que les permitan a nuestros partners (nuestros alumnos), y a todos los miembros de la Comunidad Educativa, ir al “encuentro” del otro para reconocer sus necesidades y sus carencias existenciales inmediatas. Estamos convencidos que la Escuela, como institución o agencia de socialización, debe necesariamente “remediarse”, es decir, insertarse, integrarse, dejarse interpelar por el ecosistema comunicativo y cultural contemporáneo, por las nuevas formas de socialización mediática y, sobre todo, por las nuevas exigencias de sentidos de los jóvenes de la nueva generación: los digital natives.

Para que la escuela pueda ejercer su misión, en el nuevo contexto socio cultural, de formar ciudadanos y no sólo estudiantes, responder a las exigencias existenciales de la nueva generación, sintonizar con el estilo comunicativo e interpretar las nuevas formas de representación juvenil, debe irrenunciablemente proyectar sus intervenciones educomunicativas “desde” tres paradigmas hermenéuticas o mediaciones culturales, para interpretar la realidad, suscitar la implicación, la activa participación y la responsabilidad de todos los agentes educomunicativos en el proceso de su formación.


Emergencia de una reforma comunicativa

La Educomunicación Escolar, como nuevo discurso pedagógico, pretende llevar adelante, no sólo la reforma educativa (teorías, curricolo, contenidos), sino sobre todo, una “reforma comunicativa”, es decir, la renovación de la «organización social de la escuela, la forma de aprender y las relaciones de la escuela con la comunidad […]. Del clima y la organización interior de los centros escolares, prestar atención a la vida social, dejar participar a los alumnos e implicarlos profundamente en las actividades que realizan, para conseguir que lleguen a convertirse en individuos autónomos»,[2] asumiendo como prioridad el cuidado de la vida relacional, contextual y la participación en el “lugar” de la experiencia educomunicativa.


Educar en la comunicación

La persona humana es un ser eminentemente relacional, se caracteriza por las categorías existenciales del encuentro, la apertura, la acogida y el reconocimiento recíproco. Estos elementos constituyentes del ser humano nos orienta a fijar nuestra atención e intervención pedagógica sobre la dimensión afectiva, emocional y sentimental del proceso de construcción del significado, de la realidad y del conocimiento, ya que vivimos en una época y en una cultura altamente tecnificada pero humana y relacionalmente debilitada. El añorado “nuevo humanismo” no vendrá sólo de la mano de una mayor tecnificación y del fortalecimiento de la competencia mediática-digital en la escuela, sino que ésta, irrenunciablemente tendrá pleno sentido desde la experiencia de la convivencia social, distinguida y expresada en la calidad y calidez de las relaciones humanas atentas a las necesidades del otro.[3]


Educar desde la comunicación

En la experiencia educomunicativa no basta el cuidado de la dimensión emotiva-relacional ya que la persona es un ser esencialmente situado en una realidad histórica y cultural concreta, en este sentido, «la comunicación es una cultura, un modo de existir, un ambiente de vida, un contexto existencial al interno del cual vivimos y nos movemos».[4] Esta forma de comprender la comunicación humana debe imprescindiblemente ser considerada en la interacción interpersonal e intergeneracional. El contexto o el lugar de radicación de la intervención formativa es un elemento crucial para la Escuela, ya que precisamente ésta, como agencia de socialización, debe analizar los problemas sociales y culturales de la comunidad para que pueda responder significativa y eficientemente a la emergencia de su entorno. Una institución educativa impermeable a las realidades de su contexto dice poco (o mucho) de su misión humanizadora.


Educar para la comunicación

La Escuela educomunica ciudadanos “para” que éstos puedan participar en la comunidad, “para” que sean agentes generadores de cambios de la estructura social, “para” que sean protagonistas de una sociedad cada vez más incluyente, con oportunidades de integración y de afirmación de una mejor condición de vida para todos. En el ejercicio de la comunicación participativa los agentes del proceso educomunicativo ponen en práctica el consenso, la negociación, la autoexpresión, el uso de la palabra generadora y libre. Además, en la comunicación participativa se exige, la intervención activa en el proceso de construcción social, la implicación en los espacios de decisión y el compartir las tareas en las actividades comunes. Finalmente, se educa para la comunicación para formar parte de una comunidad, para sentirse parte de un grupo humano, para tomar parte en las actividades y para tener parte en las responsabilidades y las decisiones institucionales.[5]  


Para la reflexión personal y grupal

1-    En éste año académico, que estamos culminando ¿Te has empeñado a formar y acompañar ciudadanos/as, desde tu clase o asignatura, o te has reducido a ser un mero transmisor de contenidos o informaciones, tal vez, vacios de sentidos y significados?

2-    ¿De qué manera ha estado presente las realidades o problemáticas concretas del país en el proceso de aprendizaje y de interacción con tus partners en el aula o en la convivencia social dentro y fuera de la institución educativa?

3-    Nuestra forma de gestión de la comunicación humana, en el ambiente educativo escolar, ¿Suscita el deseo y la posibilidad de, formar parte, sentirse parte, tomar parte y tener parte en la Comunidad Educativa Escolar?


[1] Cfr. Premoli S. (2008), Pedagogie per un mondo globale. Culture, panorami dell’educazione, prospettive, Torino, EGA, pp. 188-190.
[2] Cfr. Delval J. (2006), Hacia una escuela ciudadana, Madrid, Morata, pp. 11-12.
[3] Cfr. Cheli E. (2005), Relazioni in armonia. Sviluppare l’intelligenza emotiva e le abilità comunicative per stare meglio con gli altri e con se stessi. Teorie, tecniche, esercizi, testimonianze (2ª Ed.), Milano, FrancoAngeli, p. 18.
[4] Cangià C. (2011), I media nella formazione dei consacrati, in J. M. Alday (Ed.), Nuovi media e vita consacrata, Milano, Àncora, p. 131.
[5] Cfr. Bisquerra R. (2008), Educación para la ciudadanía y convivencia. El enfoque de la educación emocional, Madrid, Wolters Kluwer, pp. 76-77.