
He publicado en mi Facebook este "texto", evidentemente motivado por una experiencia personal, que para mas de uno le habrá parecido un juego de palabras, casi como una traba-lengua, sin sentido; pero es la expresión, más clara de lo que nos sucede casi a diario, si no estamos atento a que información le damos "me gusta", o simplemente hacemos comentarios sobre algo que que leemos a diario en el muro de algún amigo que publica ciertas cosas. Bueno, se entiende que, muchas veces, ponemos algún comentario solo por la persona que la publica, ya sea, tal vez, porque esa persona es allegada a nuestro afectos y sentimientos.
Recuerdo de mis estudios de comunicación, y muy en especial del curso de semiótica (estudios de los signos) que nuestro profesor nos repetía y nos repetía que, ningún texto (sea escrito, sonoro o visual) es totalmente neutro, es decir que el autor algo de intención persuasor tiene en el momento de transmitir una determinada información. Por este motivo, nos decía que debemos perder la inocencia semiótica, es decir, poner en duda en primer lugar, como ejercicio interpretativo, el contenido y la veracidad del texto.
En estos días había circulado cierta información, en la redes sociales sobre, haciendo un llamado a la compasión, y parecía con justa razón, y hasta suscitaba a primera vista el deseo de adherirse a ese llamado. Se ha recurrido a la argumentación bíblica, magisterial, y hasta congregacional. Muchos se han adherido al texto, pero no han considerado absolutamente el contexto, por eso se han encandilado por el pretexto y no se han preguntado por el pretesto, es decir, por el pre-texto.
La picardía semiótica nos recuerda que siempre hay una relación casi intrínseca entre: TEXTO-CONTEXTO-PRETEXTO Y PRE-TEXTO.